Montañas de ropa en el desierto: tan lejos, tan cerca

En 2016 Santiago se llenó de humo y malos olores durante una madrugada de enero por un incendio en el vertedero Santa Marta de Talagante. Lo recuerdo, porque desperté asustado pensando que el fuego venía desde el interior de mi casa en Ñuñoa. Cientos, sino miles de personas, despertaron igual que yo: con miedo, preguntando en redes sociales de dónde venía esa nube tóxica.

Nadie se hizo cargo esa vez y los noticieros se remitieron a relatar que la culpa era de la ola de calor. Lo que casi nadie mencionó era que el vertedero estaba al borde de su capacidad y las toneladas de desechos eran un real peligro ecológico no sólo para la comuna de Talagante, sino para toda la región. 

La reacción en redes e incluso la preocupación de autoridades, fue digna de la mejor campaña política. Nadie quedó ajeno al malestar. Y es que precisamente el humo había entrado a la comodidad de nuestras casas, silencioso, amenazante. Básicamente era un enemigo que podía arrebatar nuestra seguridad o peor, nuestra salud.

El vertedero Santa Marta es un relleno sanitario legal, que aún funciona en la zona central. Imaginen ahora cuando nos enteramos de un vertedero ilegal con montañas de desecho de prendas de ropa usada, donde la reacción dista bastante de un malestar generalizado digno de campañas políticas.

Lejos de la ciudad, y en pleno desierto de Atacama, este vertedero ilegal fue fotografiado por la agencia internacional AFP, graficando la contaminación que genera en nuestro país. Y no solo eso, es una de las industrias que requieren de grandes cantidades de agua para el desarrollo de sus actividades.

Según un informe redactado por la ONU junto a la Fundación Ellen MacArthur, esta industria utiliza 93.000 millones de m3 de agua al año, lo que equivale al consumo de agua de 5 millones de personas.

Un dato no menor es que cada año llegan a Chile alrededor de 59.000 toneladas de ropa usada y nueva, sin vender, de todo el mundo. Y Chile es el mayor consumidor de ropa en América Latina y el primer importador de prendas de segunda mano desde Asia, Europa, Estados Unidos y Canadá. 

Ante esta realidad, poco conocida por la opinión pública, sin denuncias formales de por medio, lejos de las grandes ciudades y con una tibia reacción por parte de las autoridades; se abre el debate que va más allá de nuestra comodidad, apuntando a que existe un problema grave que debe encontrar soluciones, reacciones y sobre todo toma de conciencia en cada uno como consumidor.

Esta es una realidad frente a la que podemos y debemos actuar. Desde pequeños actos de sustentabilidad, reciclaje y toma de conciencia individuales. A grandes movilizaciones y arduo trabajo desde la sociedad civil y ONG´s que exijan al Estado chileno poner énfasis en soluciones macro que anticipen, reaccionen y trabajen a favor de una solución sustentable que a futuro, eviten este tipo de panoramas.

Como parte de la Cámara Diseña Sustentable, los invito a trabajar colaborativamente desde el lugar que sea para unir conocimientos, experiencia y voluntad en miras de un mejor futuro, más verde y sustentable.