Este mes celebramos la campaña de Julio sin Plásticos, ocasión ideal para revisitar la problématica del uso indiscriminado de plásticos de un solo uso.
Si bien es un material que puede ser muy útil, resistente y duradero, está claro que como sociedad hemos exagerado en sus aplicaciones, ya que se ha vuelto omnipresente en cada aspecto de nuestras vidas cotidianas. ¿Es realmente necesario usar plástico en todo, aun sabiendo los problemas que está causando en el medio ambiente?
Pese a nuestros mejores esfuerzos para reducir nuestro consumo de plásticos, ¡muchas veces los estamos usando sin darnos cuenta! Hay muchos productos que están hechos con plástico y que a simple vista no lo parecen. Hoy hemos reunido algunos de ellos, ¡probablemente te vas a sorprender!.
1) Detergentes en láminas y pods
Estos productos contienen alcohol polivinílico (PVA), un plástico que si bien se disuelve en agua, no por ello desaparece. Un estudio de Plastic Oceans demostró que aproximadamente un 75% del PVA derivado de estos productos no es tratado, lo que se traduce en más de 8.000 toneladas de PVA que llegan al medio ambiente anualmente. Esto equivale a ¡600 millones de botellas de plástico al año!
2) Bolsitas de té
Las bolsitas de té contienen comúnmente nylon, polipropileno o tereftalato de polietileno, materiales que contribuyen a que la bolsa sea resistente a los líquidos y al calor. Al contener plástico, las bolsitas no sólo no son compostables, si no que además se demostró que cuando una bolsita de té entra en contacto con el agua caliente puede liberar hasta ¡11.600 millones de partículas de microplásticos y 3.100 de nanoplásticos a nuestra taza!
3) Mascarillas faciales cosméticas
Son productos desechables elaborados en su mayoría con textiles sintéticos (nylon, microfibras, poliéster), que no se pueden compostar ni reciclar, por lo que van directo a la basura. Las versiones de hidrogel suelen estar hechas de polímeros sintéticos (plástico) y muchas contienen sérums de siliconas (microplásticos) que quedan sobre la superficie de la piel para "mejorar" su apariencia.
4) Tetrapack
¿Sabías que los tetrapack también contienen plástico? Son un 75% de cartón, un 20% de plástico (polietileno), y un 5% de aluminio. Reciclar el Tetrapack no es nada fácil: es necesario separar estos tres materiales a través de un proceso de agitación que requiere de agua. Otra alternativa es romper (chipear) los envases completos y utilizarlos en la elaboración de materiales de construcción. Ambos son procesos industriales con una huella hídrica y de carbono asociada.
5) Chicles
En sus orígenes eran de ingredientes vegetales, pero actualmente el 98% de los chicles están hechos con acetato de polivinilo, material que también se usa para fabricar pegamento, pinturas y neumáticos. Está clasificado como un posible carcinógeno por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), pero los fabricantes de chicle no están obligados a declarar el listado completo de ingredientes, por lo cual en las etiquetas sólo ponen “goma base”.
6) Latas de bebida y/o alimento
No, las latas no son sólo de aluminio… La mayoría de las latas de bebida llevan una muy fina capa de plástico que protege al metal de los líquidos y mantiene la frescura y el sabor de la bebida, y lo mismo ocurre con las latas de alimentos (atún, conservas, etc.). El plástico que se usa es normalmente resina epóxi, que está compuesto a su vez en un 80% de bisfenol A, disruptor endocrino.
7) Vasos de papel
Sí, son de papel, pero el papel se disuelve en agua… a no ser que algo lo protega de los líquidos: este es otro producto que también tiene un revestimiento plástico, frecuentemente de polietileno o poliestireno. Esto los hace virtualmente imposibles de reciclar ya que para ello se requiere separar ambos materiales, por lo que normalmente terminan en la basura. Además, al igual que las bolsas de té, están en contacto directo con líquidos hirviendo, por lo que pueden liberar microplásticos nuestras bebidas.
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Evitar y/o reducir el consumo de plásticos en nuestra vida cotidana puede ser un gran desafío. Mientras más conocimiento tenemos, mejor preparados estamos para tomar decisiones informadas y conscientes acerca de cuándo y cómo vamos a aprovechar las ventajas que nos entrega este material, sin poner en riesgo el balance de nuestros ecosistemas ni nuestra propia salud.