¿Te has animado ya a buscar y conocer las playas cercanas que hay en tu región? ¡O quizás ya las conoces todas! Y has decidido explorar los ríos, lagunas y/o lagos del área en que vives.
Ya sea estés en casa o de viaje al otro lado del país, opciones hay muchas: tenemos más de seis mil kilómetros de maravillosas costas, sin considerar todos los lagos y lagunas repartidas por nuestros valles. Estamos en pleno verano y todos queremos un poco de agua para capear el calor: cientos de miles de personas aprovechando nuestras playas desde la frescura de la mañana hasta el último rayo de la puesta de sol.
Probablemente has visto lo que sucede cuando un evento cultural se realiza en un espacio público: al final del día, después de haber disfrutado de la música, la comida y los amigos, poco a poco todos van regresando a sus casas, y el lugar del evento va quedando completamente vacío... excepto, por supuesto, por las toneladas de basura que la multitud dejó a su paso.
Imagina entonces que ese evento ocurre en tu casa: todos los días, durante meses, cada año.. ¿cómo se sentiría?
Es fácil olvidarlo, pero nuestras hermosas playas no son sólo un lugar lindo para visitar en verano: son naturaleza, ecosistemas, el hogar de miles de especies grandes y pequeñas que dependen y necesitan de la arena, la marea y las olas, de la misma manera en que nosotros anhelamos darnos un baño refrescante cuando hace calor. La llegada masiva de visitantes cada verano causa un fuerte impacto sobre el delicado equilibrio en que conviven estas especies, y la basura es sólo su lado más visible.
El año 2018 el Ministerio de Medio Ambiente ya registraba el retiro de 360 toneladas de basura de las costas chilenas, donde el 86% fue plástico y el 90% de éste provenía de los visitantes. Según otra investigación realizada a fines de 2020 por el programa Científicos de la Basura con la Universidad Católica del Norte, Antofagasta es la región con más contaminación en sus playas, con 17 unidades de basura por m2, seguida de las regiones de Los Lagos y Atacama, con 3,7 y 2,3 unidades, respectivamente.
¡No nos resignemos a que la multitud nunca va a cambiar y que siempre dejará basura tras de sí! Todos somos la multitud, y podemos hacer las cosas de otra manera. En realidad no es nada difícil, sólo requiere un poco de voluntad:
1. No dejes basura en la playa. Parece obvio, pero lo primero es lo primero: si tienes basura, guárdala y llévatela contigo. Prepara con anticipación una bolsa o envase reutilizable que vayas a usar específicamente para este fin.
2. Deja la playa más limpia de lo que la encontraste. Además de hacerte cargo de tu propia basura, anímate a recoger la que encuentres a tu alrededor para botarla en el lugar correspondiente.
3. Utiliza botellas reutilizables. Invierte en una buena botella que puedas usar una y otra vez por años y años, protegiendo tanto tu salud como la del medioambiente. ¡A la larga verás que es muchísimo más barato!
4. Prefiere llevar comida desde tu casa en contenedores reutilizables. Si vas a comprar comida allá, recuerda llevarte todos los envoltorios contigo. ¡Y jamás dejes restos de comida en el lugar! Los animales marinos tienen su propia comida, y la nuestra puede causarles mucho daño.
5. No fumes en la playa. Recuerda que desde el año 2021, fumar en la playa está prohibido. Además, los filtros están fabricados de acetato de celulosa, un plástico que tarda más de una década en descomponerse, y una colilla enterrada llega a contaminar hasta 25 litros de agua.
6. Protege tus cosas del viento (incluyendo tu basura). Ten cuidado con todo lo que pueda salir volando, como mascarillas, bolsas de plástico, envoltorios, papeles e incluso prendas de vestir. Guárdalas en un lugar seguro.
7. Llévate todas tus cosas de regreso. Revisa muy bien el lugar cuando te vayas y preocúpate de no dejar nada atrás: todo lo quede tirado terminará siendo basura, incluso si no lo era (ej. ropa, zapatos u otros objetos).
Cuando decimos que Cuidar el Agua es amar la Vida, con ello nos referimos a toda la vida: desde las ballenas azules y los delfines, pasando por las gaviotas y pelícanos, los peces, moluscos y crustáceos, y hasta cada insecto, planta, alga y bacteria que vive y respira en nuestras playas y sistemas acuáticos (y otros sistemas también). Porque sí es posible que todos disfrutemos en conjunto, sin sumar más contaminación y contribuyendo a que nuestros ecosistemas sigan prosperando, llenos de diversidad y belleza.
Cuidemos nuestras playas, amemos la vida.